JORNADA POR EL DÍA MUNDIAL DEL TRASTORNO BIPOLAR: ALIMENTACIÓN, MICROBIOTA E INFLAMACIÓN DE BAJO GRADO

El pasado 30 de marzo, la cofundadora de FemSalut, Tamara Moya, impartió una ponencia sobre las claves de la alimentación saludable en el trastorno bipolar en la jornada organizada por la Asociación Valenciana de Trastorno Bipolar en el Hospital la Fe. Por ello, en este post hablaremos de las claves de la alimentación en trastorno bipolar y cómo mejorar nuestra salud nutricional.

Con motivo del día mundial del trastorno bipolar la Asociación Valenciana de Trastorno Bipolar organizó una jornada con el objetivo de presentar varios libros relacionados con el trastorno bipolar, su manejo, autoconocimiento e incluso claves de la alimentación centradas en el mismo.

En este último aspecto se centró la participación de Tamara Moya, quién presentó el libro «Alimentación saludable: una guía para psiquiatras y pacientes». En esta ponencia, se abordaron temas clave como la importancia de la salud intestinal, la inflamación de bajo grado y algunos mitos nutricionales que dificultan nuestro objetivo de tener una alimentación y vida más sana.

¿Por qué es la salud nutricional es tan importante en personas con trastorno bipolar?

Si bien es cierto que toda la población debería preocuparse por su salud nutricional, las personas con enfermedad mental tienen mayor riesgo asociado de padecer otros problemas de salud con respecto a la población general y por tanto un mayor riesgo de mortalidad. Algunas de las causas por las que el riesgo es mayor son:

  • Obesidad
  • Diabetes
  • Dislipemias
  • Hipertensión
  • Sedentarismo
  • Tabaquismo

Todos estos factores mencionados sumados a determinadas condiciones individuales, parecen predisponer a estos pacientes a una inflamación crónica de bajo grado y precipitarlos a desarrollar con más frecuencia patologías crónicas no transmisibles.

¿Qué es la inflamación crónica de bajo grado?

Definimos la inflamación crónica de bajo grado como un aumento de las citoquinas inflamatorias a nivel sanguíneo. Estas citoquinas «despiertan» o «alertan» a nuestro sistema inmunitario generando la aparición de macrófagos en respuesta, preparados para «atacar» aquello que este dañándonos. Por esta razón, se produce una infiltración de estos macrófagos en los tejidos, la cual no afecta a su función, pero si irá desgastando la forma en la que rinde el organismo. Esto, a la larga, predispone a este tipo de población a padecer más problemas metabólicos.

Si bien es cierto que desde hace tiempo se conocen otras patologías que también se relacionan con mecanismos inflamatorios (cáncer, por ejemplo) hoy en día sabemos también que muchas otras patologías como las mentales (clave en este caso) también se asocian a una inflamación de bajo grado.

¿Qué es la microbiota intestinal?

Conocemos como microbiota intestinal a las bacterias que habitan nuestro tracto digestivo, principalmente en las paredes del intestino grueso. Estas bacterias nos acompañan desde que nacemos hasta el final de nuestros días y están condicionadas por nuestro entorno, estilo de vida, alimentación y salud, entre otros.

Estos microorganismos poseen diversas funciones como por ejemplo: producción de microutrientes beneficiosos para nuestro organismo, protección frente la infección de virus u otras bacterias, mejora del sistema inmunológico, regulación del tránsito intestinal, formación de moléculas antioxidantes y antiinflmaotorias, etc. Podemos decir que la microbiota intestinal vive en simbiosis con el humano, pues nosotros les aportamos alimento y a cambio ellas nos mejoran y mantienen una buena salud.

¿Qué es la barrera intestinal?

Además de las bacterias, en nuestro intestino contamos con la barrera intestinal. Esta barrera se trata de una mucosa que recubre las células intestinales (el intestino por dentro, para que nos entendamos) y entre sus funciones destacamos la protección frente a la entrada de sustancias y microorganismos nocivos. Claro está que la barrera intestinal si que deja pasar desde la luz intestinal al torrente sanguíneo nutrientes y agua, pero de manera selectiva impide el paso de otras sustancias peligrosas. Es como una especie de portero de discoteca que elige quién entra y quién no.

Esta barrera de vital importancia, puede alterarse por múltiples factores que personas con patología mental pueden presentar. Por ejemplo:

  • Consumo fármacos (AINEs, antibióticos)
  • Déficits nutricionales (zinc y vit D)
  • Estrés
  • Alcohol
  • Alimentación de baja calidad
  • SIBO

En caso de alteración de esta barrera, la selección de entrada de sustancias buenas y sustancias malas, se va a complicar y va a afectar en la salud de la persona, especialmente propiciando una inflamación de bajo grado. Por ello, es muy importante cuidar la alimentación de modo que se mantenga una buena barrera intestinal.

Eje intestino-microbiota-cerebro y su papel en el trastorno bipolar

Si se afecta la barrera, se alterará por tanto la función digestiva y a su vez a la microbiota que encontramos en la zona. Es un proceso que se retroalimenta. Mantener este equilibrio de una buena microbiota y una buena barrera intestinal es muy importante para mantener a ralla la enfermedad mental y la inflamación de bajo grado.

A día de hoy conocemos la relación existente entre calidad de la microbiota y función intestinal con el cerebro; esto se llama eje intestino-microbiota-cerebro. En los últimos años se ha observado como afectaciones a nivel cerebral pueden afectar a la función digestiva y viceversa provocando cambios en comportamiento y alteraciones en los neuroquímicos.

Se conoce que en el movimiento de la información del cerebro al intestino y viceversa, intervienen algunos metabolitos producidos por las bacterias. Por ejemplo: algunos aminoácidos y ácidos grasos de cadena corta, entre otros.

La pérdida de la función barrera (llamada permeabilidad intestinal) y la baja calidad de la microbiota induce a la inflamación de bajo grado. Además, todo esto puede causar una neuroinflamación, es decir, una pérdida de permeabilidad también a nivel cerebral, pérdida de función de la barrera hematoencefálica, lo cual es un riesgo para la aparición y empeoramiento de algunas patologías neuropsiquiátricas.

¿Cómo podemos mejorar o prevenir la inflamación de bajo grado?

Hay distintos factores protectores que podemos aplicar, pero un estilo de vida centrado en la reducción de la inflamación de bajo grado se centraría principalmente en:

Alimentación antiinflamatoria

Llevar una alimentación de calidad rica en compuestos antiinflamatorios como el omega 3, antioxidantes, antiinflamatorios, probióticos y fibra ayudarán a reducir la inflamación y mejorar nuestra salud metabólica e intestinal. Esto podemos encontrarlos en alimentos con grasas saludables (pescados azules, frutos secos, semillas, AOVE, aguacate…), frutas (principalmente las rojas) y verduras, legumbres, cereales integrales y especias con evidencia específica como la cúrcuma, jengibre o la pimienta.

Ejercicio físico

Una actividad física moderada donde se incluyen ejercicios de fuerza ha demostrado ser muy efectivo para el correcto mantenimiento de la masa muscular, porcentaje de grasa saludable e incluso algunos estudios muestran su importante papel a nivel de salud mental y reducción de la inflamación.

Buena gestión del estrés

El estrés crónico se considera proinflamatorio. El cortisol se eleva en situaciones de estrés, pero, cuando esté se mantiene en niveles elevados desencadena una respuesta inflamatoria. Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, nos predispone a padecer problemas digestivos e incluso patologías mentales.

Correcta higiene del sueño

Algunos estudios han demostrado que un mal patrón de descanso puede desencadenar una respuesta inflamatoria y por tanto, predisponernos al desarrollo de diversas patologías como enfermedades cardíacas o autoinmunes.

Todos estos aspectos y más fueron tratados en la jornada organizada por la Asociación Valenciana de Trastorno Bipolar en el Hospital La Fe. Podéis ver la ponencia completa en el siguiente vídeo:

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